sábado, 18 de junio de 2011
Casa
Una vez iniciada la rutina doméstica mi vida cobra un color brillante. Estoy a gusto y siento un gran amor por mi pareja. El sexo al terminar deja una sensación de felicidad duradera y auténtica.
Así estaba yo tan tranquilo hasta que Darío me dijo que se marchaba por trabajo un par de días. Automáticamente todo mi bienestar rutinario se esfumó y dejó paso a un doble pensamiento: por un lado seguir la conversación y por otro planificar oportunidades de sexo. En cuanto estuve solo evalué mis posibilidades y me decidí por Ricardo. Me sentía especialmente activo y en esos casos no hay nada como un venezolano de piel de seda. Ricardo tiene 25 años, es alto y delgado. Un cuerpo atlético sin ser escultural. Tiene los labios carnosos y una expresión abnegada en la mirada. Suele llevar varios piercings en la cara que no le favorecen en absoluto, pero es el precio que hay que pagar por la inseguridad de la juventud. Por encima de todo lo que tiene Ricardo es la piel más absolutamente suave que tenido la oportunidad de tocar en mi vida. Un moreno uniforme, ni muy claro ni muy oscuro. Un tacto de seda toques donde toques. Ni un solo pelo en ninguna parte del cuerpo de forma natural, no se depila. Simplemente no tiene vello. Un culo redondo que me hace empalmarme solo de rozarlo con mi lengua, podría comermelo eternamente. Acariciarlo, abrazarlo, besarlo hacen que experimente unas erecciones casi dolorosas de puro placer. La excitación hizo que me lo follara inicialmente sin preservativo. No opuso resistencia, lo que me hizo pensar que no es la primera vez que lo hace. Me sentí culpable así que la saqué y me puse el condón. Nunca es demasiado tarde. Continuamos durante una hora con un polvo que fue pura sensualidad y un orgasmo de una intensidad altísima.
Cuando se marchó estuve toda la tarde medio empalmando recordándolo. Una vez más me da miedo volver a la pareja y no encontrar esta intensidad.
Sauna
Aún después de correrme di una vuelta por el cuarto oscuro. Encontré un señor de unos cincuenta años, gordito y con gafas. Nos metimos mano pero ninguno de los dos nos empalmábamos. Mi dijo que fueramos a una cabina. "¿Para qué?" le dije, y me marché antes de que me contestara.
Volví a casa y por fin pude dormir. Al día siguiente no dije nada. No se porqué. Darío y yo tenemos una relación más o menos abierta, a pesar de lo cual me sigue dando vergüenza contarle ciertas cosas. Una cosa es un polvo de vez en cuando en una situación espontánea y otra estas aventuras morbosas en las que yo me meto. No estoy preparado para contarlo. Pero Darío no estaba tan borracho o tan dormido y se dio cuenta. "Anoche te fuiste después de estar en la cama, ¿No?"
"Si, bueno... estaba muy borracho y no podía dormir. Di un paseo hasta la discoteca, pero no llegue a entrar y me volví" No creo que me haya creído, pero ha hecho como que si.
domingo, 5 de junio de 2011
Novio y marihuana
Al día siguiente, nos fumamos en un bar lo que quedó del porro. Apenas un par de caladas cada uno pero aquí pasó algo raro y de repente empecé a entrar en un bajón que parecía no tener límites. Empezó como un ligero mareo seguido de una pérdida total y absoluta de cualquier fuerza en los músculos. Estaba sentado y empecé a dejar de ver. Unas manchas blancas lo sustituyeron todo. También el sonido comenzó a alejarse, a taponarse. Solo podía notar un sudor frio que se desbordaba por todo el cuerpo. Notaba como los pantalones, la camiseta, se me pegaban al cuerpo. Notaba en cuello empapado y apenas oía a la gente. Cuando se me pasó un poco intenté levantarme para salir pero entonces todo se apagó, no recuerdo nada más hasta que estaba en la terraza del bar, todo el mundo me miraba y Darío estaba llamando una ambulancia. Le dije que no lo hiciera, que ya me estaba recuperando. Parece ser que mientras tanto había perdido el sentido. David impidió que me cayera al suelo y mientras dormía unos preocupantes estertores pusieron en guardia a todo el bar. En realidad yo no lo recuerdo como algo tan malo. Al principio tenía miedo de vomitar, o incluso de cagarme encima. Menos mal que no ocurrió. Pero después me relajé un poco, confiando que tarde o temprano tendría que pasar. No se o he dicho a nadie, pero casi disfruté del viaje. De perderme tan radicalmente. De desaparecer. De dejar de existir durante diez minutos.
No entiendo por otro lado que fue lo que paso. Solo fueron dos caladas del mismo porro que ayer me había sentado tan bien. La marihuana es impredecible… y eso me encanta.
Chat: experiencias bisexuales
“Bueno, en mi caso es diferente, siempre quedamos los dos juntos”
Al tiempo?
Si, al tiempo. Estarías de acuerdo
Me quedé bastante perplejo. No sabía si creerlo o era una paja mental
- Puedo verla?
- No la cara, pero puede enseñarte las tetas.
Y lo hizo
Tenía unas buenas tetas, parecía, de cuerpo, mucho más joven que él.
- Acepto. Dije.
El sitio era bastante escondido. Una casa en mitad de una discreta urbanización en las afueras de la ciudad. El bajó del coche y charlamos un poco. Ella esperó dentro y después salió también (supongo que estaba pensando si yo era interesante). Cuando salió nos presentamos y charlamos un rato. El le preguntó a ella ¿Entonces vamos? Y ella dijo que si. Así que fuimos al interior de la casa. Charlamos un poco más alrededor de una mesa camilla, todo tenía un aire realmente doméstico. El era muy morboso, un bruto con las manos grandes y sonrisa fácil. Ella era más modosa pero agradable. De unos cuarenta y pocos, rubia, todavía atractiva, entradita en carnes y un poco más bajita que yo. Me miraba con curiosidad. Yo la miraba con un poco de miedo, creo. Estaba un poco nervioso. No estaba muy seguro de que aquello fuera a funcionar. Todo tenía una atmósfera demasiado familiar a pesar de lo cual seguí adelante.
De repente Eduardo dijo, “Bueno, ¿empezamos?” y poniéndose en pie con entusiasmo se quitó la camiseta y empezó a desabrochar los pantalones. Ella se retiró y empezamos los dos. Todo iba bien, tenía una polla decente y sobre todo un cuerpo lustroso y una piel suave y brillante. Una musculatura densa. Gordezuelo pero prieto. Entonces apareció ella. Con tacones y ropa interior. Supongo que lo habría copiado de alguna peli porno a pesar de lo cual la escena seguía sin ser erótica. Por fortuna Emilio lo compensaba todo con su rudeza y espontaneidad.
Nos liamos los tres y la cosa no se vino abajo. Para mi sorpresa, funcionaba. Así que pasamos al dormitorio. Al principio era extraño tener a aquella mujer en mis brazos pero ver a aquel gañan comiéndole el coño como un animal encelado fue escena suficientemente impactante para mantenerme caliente las tres próximas semanas. Al final me la tiré con ella tumbada con la piernas en mis hombros, mientras él se restregaba detrás de mi y me tiraba de los pezones. Fue muy excitante… y novedoso. En cuanto nos corrimos se reinstauró la atmósfera conyugal.
Fumamos un cigarro mientras Eduardo me hablaba de su pasado como legionario (de ahí los tatuajes) y sus aventuras sexuales en carretera. Tienen un hijo que actualmente está también en la legión. ¿Qué pensaría ese tío si supiera que me tiro a sus padres? ¡A los dos!
Desde ese día hemos quedado unas tres veces y cada vez funciona mejor. Noto que me aprecian y se alegran mucho cuando me ven. Es como ir a visitar a mis tíos. Se ha creado un vínculo muy bonito que a veces cuesta traspasar para llegar al sexo, pero cuando lo hacemos, es una fiesta tórrida. Y lo mejor de todo, después de estar con ellos me queda encima un excelente sentido del humor que me dura varios días. Normalmente después de estar con ellos llego tan caliente a casa que necesito echar otro polvo con mi novio que ya varias veces me soltado lo de “qué caliente vienes hoy”
Chat: una sorpresa a las siete de la mañana
Discoteca: un paleto entre semana
Chat. El follador insacialbe
Chat: ejecutivo joven
Cruising. Un señor clásico y un cristalero.
A la salida encontré otro rinconcito del bosque con una pareja follando, uno de ellos eran un tiarrón de unos treinta años, supermorboso. Intenté unirme pero me dijeron que no. Saliendo del rincón me escurrí por un terraplén pequeño y caí al suelo. Sólo me hice algunos arañazos en la mano pero fue muy vergonzoso. Al poco terminaron y el que me gustaba subió a un camión de los que transportan cristales, lo cual me hizo verlo mucho más morboso todavía. El continuó buscando sexo, yo me fui porque tenía que irme de viaje y llegaba tarde, a pesar de lo cual antes de irme hice una parada junto a uncoche con un típico señorito sevillano de unos cincuenta, con camisa de rayas y pantalones subidos hasta más allá del ombligo. Tenía un aspecto muy chulesco, como si acabara de bajar de un caballo, medio calvo y con el pelo que le quedaba engominado y peinado hacia atrás. Sólo le gustaba que se la chupara, pero no se le ponía dura ni a la de tres. Al final tuvimos que dejarlo.
Encuentros en la tercera edad.
He preparado una sesión de grabación multicámara. He montado un ordenador en la habitación, he tardado más de dos horas en tenerlo todo preparado.
Me mira desde su altura, me dice mirándome a los ojos y con voz cavernosa un simple "cómo estás" y me hace hervir la sangre al contactar con la bomba de testosterona que lleva entre las piernas. A pesar de su aspecto exterior envejecido, su polla lo compensa todo e incluso le añade excitación por el contraste con tanto vigor sexual. Asegura que no hay intervención química en su erección, pero es difícil de creer. Tiene una de esas pollas que se ensanchan en el centro. Cuesta de entrar pero una vez dentro son perfectas porque tienes dentro una gran cantidad de carne pero justo el esfínter no sufre todo la hora completa que dura un polvo con él.
Damián dice que le gusto porque nunca he intentado rozar mi polla con su culo. Está obsesionado con que nadie le folle y con no chupársela a nadie. Supongo que se ha contado a sí mismo que mientras no traspase esos límintes sigue conservando su identidad en lo que a masculinidad se refiere.
El polvo ha sido muy morboso, pero al final no me he corrido. Me ha pedido correrse en mi boca y le he dicho que no, lo que no le ha sentado muy bien y de alguna manera me ha venido a decir que no tenía nada que temer, que estaba sano, que es donante de sangre y que por tanto nisiquiera entiende muy bien porqué tenemos que follar con condón. Esto me ha cambiado un poco el humor, así que se la he meneado hasta correrse, hecho lo cual ha cambiado su actitud hacia mí totalmente. Ya no quería que le tocara. Se ha vestido y se ha marchado, correcto pero distante. Ya no le llamo más.
He llamado inmediatamente a dos posibles candidatos para terminar el polvo pero nadie estaba disponible. He entrado en el chat de Manhunt y he quedado con uno que dice ser médico. Estoy esperando que venga.
El supuesto médico no ha aparecido a pesar de que su nick en internet era algo así como TIOSERIO. Ya se sabe, dime de que presumes y te diré de qué careces. Lo peor es que yo le he mandado un mensaje al número que me ha dado y la persona se ha enfadado porque decía que no sabía quien era yo y que cómo había conseguido su número.
Me acabo de hacer una paja mientras veía el vídeo con Damián que ha resultado ser muy poco morboso, pero muy poético. El video grabado en el dormitorio no se ve muy bien lo que le da cierta sordidez, sólo dos cuerpos azulados y borrosos restregándose mientras una música romántica suena pésimamente grabada haciendo de contrapunto. Es sórdido y poético al tiempo. Como un vídeo de Bill Viola.
Cruising
El cruising es mi forma favorita de ligar. Desde el primer segundo está claro a lo que vamos. También ocurre en internet, pero aquí hay contacto real, puedes ver a la gente cara a cara y decidir. A diferencia del cuarto oscuro todo ocurre a la luz y al aire libre. Hay algo liberador en esta práctica.
Por desgracia no había mucha gente. Al ser viernes los casados se retiran antes para organizar sus fines de semana. Lo ideal son las tardes de lunes a jueves. En especial el mediodía pues hay multitud de "armarizados" que tienen en ese ratito de la comida la coartada perfecta para desaparecer sin dar explicaciones profundas. Desde el albañil más sucio al ejecutivo relamido pasan por allí a la hora de la comida... excepto los viernes.
Aún así encontré un coche familiar en unos arbustos. Hay coches que son atrayentes y otros que no. A lo largo de los años he desarrollado un verdadero instinto para saber qué coche seguir. Por ejemplo nunca sigo un modelo de gama baja porque siempre llevan un adolescente con música fuerte y gafas de espejo dentro. A no ser que el coche sea muy viejo, entonces es probable que sea un obrero que tiene este como segundo coche para ir a estos sitios. En la parte más alta de la pirámide están los camiones, son una apuesta segura. A continuación están las furgonetas, las grandes suelen ser conducidas por gente más joven. Las medianas o las pequeñas tipo C15 son mis favoritas. Casi siempre llevan un agricultor o ganadero. Pero los que mejor resultado dan son los coches tipo ranchera con una pegatina de bebé a bordo detrás. Estos papás de 40/45 años son garantía abosluta de sexo de calidad.
El dueño del coche localizado era mecánico. Camisa azul con el nombre del taller, pantalón amarillo con reflectores, botas de seguridad y calzoncillos baratos de mercadillo. Estaría cerca de los cincuenta pero conservaba todo su pelo, medio canoso y con necesidad de un buen corte desde hace un mes. Atractivo, ojos pequeños y chispeantes y una piel muy morena castigada por el sol que me hacía imaginar que antes ha trabajado al aire libre. Me acerqué y me miró sin demasiado entusiasmo, pero tampoco me rechazó así que insistí un poco. Me saqué la polla y creo que le hizo cambiar de opinión. Salió del coche y empezamos a magrearnos, tenía una buena polla y empecé a maldecirme por no haber traído lubricante. Aquello iba a doler. Pero mientras yo hacía mis cábalas el mecánico se agachó y empezó a chupármela. La chupaba deliciosamente bien. Con gusto. Lo estaba disfrutando. Su cara expresaba tanto placer que se convertía con un rictus de dolor, es la segunda vez que veo esto.
Se levantó y se dió la vuelta para que se la restregara por el culo mientras se apoyaba contra la ventanilla. Quería que me lo follara pero ni rastro de "ponte un condón" ni nada parecido. Estos casados son todos iguales. Follan todos sin condón. Un pasivo que folle habitualmente sin condón es seropositivo seguro. Me pregunto que pasa cuando estos padres de familia descubren que son seropositivos. Cómo coño lo afrontan. ¿Se lo dirán a sus mujeres? ¿Que artimañas emprenderán para ocultarlo? Quizás separse alegando cualquier motivo... en fin. Es su problema. Yo eché mano a mi bolsillo trasero y me puse mi funda de tranqulidad. Me lo follé salvajemente apoyado contra el coche, con los pantalones en los tobillos, rodeados de pinos.
Continué mi visita al parque temático de obreros gays, pero no había mucho más. Estuve dando vueltas y vueltas hasta la desesperación. Siempre creo que en el otro lado habrá alguien. Pero llego y todo sigue igual que tres minutos antes. Los tres abuelitos contándose historias y riéndose.
Harto tras varias horas de gastar gasolina he decidido marcharme y justo entonces he visto un elegante BMW familiar. Eso no falla nunca, y esta vez no ha sido la excepción. Dentro había un hombre joven, rellenito , muy moreno y de piel suave, pelo negro abundante y peinado todo hacia atrás con a generosas dosis de gomina. Elegante camisa de rayas que le hacía parecer un cuarentón aunque al quitársela se quitó también más de diez años de encima. Tenía un cuerpo proporcionado a pesar de su gordura, es decir, estaba rotundo por todos sitios. En realidad apenas tenía barriga, lo que pasa es que era enorme. al sentarse juntaba las manos como un niño bueno que espera a que llegue su madre en un banco del parque. toda esa bondad desapareció al meternos en faena. Tenía una vena cañera que no le pegaba nada pero que tampoco vino mal. Chupaba los pezones y jugaba con ellos a sabiendas del poder que eso le daba. Tenía cara de representante de medicinas. Como la cosa estaba funcionando bien le propuse venir a casa y para mi sorpresa aceptó. Un rato después estábamos los dos desnudos en mi salón vestidos únicamente con nuestros respectivos pares de calcetines negros. Todo él exhudaba masculinidad. Su polla parecía pequeña aunque cuando intentó entrar en mi culo me di cuenta que no lo era. Es lo que pasa con los tíos tan grandes, que por comparación 20 cm en un cuerpo de dos metros no parece tanto. Pero en mi culo siguen siendo 20 cm igualmente dolorosos. Se trataba sin embargo de una de esas pollas de piel dura, como acartonada y seca que no da ningún gusto de chupar. Además no olía bien. No olía a sudor pero tampoco como el resto del cuerpo que era estimulante y masculino. Intentó por todos los medios follarme sin condón. Filosofía de cateto que cree que siendo activo no lo puedes pillar. Por supuesto no le dejé ni que la restregara. A saber donde habría estado ese trozo de carne...
Hace unos años nadie follaba sin condón. El sida estaba muy presente en todos los ámbitos. Lo del "póntelo, ponselo" podría ser simplón pero todo el mundo lo conocía. Cumplió su papel. Ahora el sida parece haberse convertido en un vecino molesto al que la gente se ha acostumbrado. Pero una cosa es que te acostumbres y otra que duermas con la puerta abierta sabiendo que tu vecino es un asesino.
Bucle.
Manolo era mi primera opción, pero yo no era ni siquiera la segunda para él. Para suerte mía el perfil de papá cuarentón no está tan de moda. Ellos se lo pierden. Nos hemos metido en una cabina y nos hemos despelotado. Llevaba un aire mandón que no le pegaba nada. Era como yo de alto (1,75) pero mucho más corpulento. Muy moreno, con cara de obrero pero vestido con ropa de marca. Algo extraño. Estaba tan rígido tratando de mantener su masculinidad que apenas se movía. Yo temía que en cualquier momento perdiera el control y sacara pluma, pero no se dejó. Cuando llevábamos un rato morboseando entendía que no iba a encontrar nada mejor que eso ni de lejos esa noche así que le propuse ir a casa, y aceptó.
Fuera del cuarto oscuro era un cachorrito amable, de conversación fluída e irrelevante. Separaba los brazos del cuerpo ligeramente y se balanceaba mientras andaba tan tieso que al principio creí que era cojo. Follando tenía mirada fija, como si no tuviera párpados, contacto continuo. Continuó un rato con ese rollo cañero que no le pegaba nada hasta que se dió cuenta que no le hacía caso y entonces la cosa empezó a funcionar. Tenía una polla grande pero no enorme y dura todo el rato. Una vez me penetró le desapareció la rigidez. Su cadera empezó a moverse como con vida propia en un vaivén sensual que hizo que me corriera a la quinta postura. Me dijo que vive en una urbanización de las caras. Le dí mi número de teléfono, aunque sé que nunca le volveré a ver.
Cuando se ha marchado he estado viendo el vídeo que le he grabado y ha quedado perfecto, el encuadre, la luz, nuestras poses... no es fácil, pero esta vez lo que conseguido. Mientras lo veía me he calentado y he tenido que masturbarme. He aprovechado para grabarme masturbándome mientras me veía follando con el recio. Después he visto mi grabación masturbándome, nunca lo había hecho curiosamente. Verme entregado al placer, absorto en el vídeo tenía algo conmovedor, auténtico, real. Me he puesto tan caliente que he vuelto a masturbarme mientras me veía masturbarme mirando mi propio acto sexual de hace un rato.
Sauna: after
Noche de discoteca.
citas
sábado, 4 de junio de 2011
Parque. Un día extraño.
He pasado esta tarde por el parque. No había mucha gente. Creo que funciona mejor en invierno. En verano hay más familias paseando y además anochece más tarde lo cual disuade a los menos arriesgados, entre los que no estaba el personaje que esperaba en un banco.
Era un chico joven, de unos veinticinco años. Llevaba un vestido de chica, negro, no muy ajustado pero corto. Lo sorprendente es que no era un travesti, no llevaba pelo largo ni maquillaje ni tacones. Era simplemente un chico con un vestido de chica. Al acercarme y pasar ante él ha descruzado las piernas mostrando un minitanga amarillo que dejaba al descubierto los testículos y que sólo ocultaba el miembro, en erección y de tamaño considerable. Calculo que necesitaré entre tres y seis sesiones de terapia para superar esta imagen.
He cambiado de rumbo y he visto un paleto muy paleto. Estoy convencido que habrá venido de algún pueblo a escondidas solo para pasear por el parque. Me he acercado a ver que pasaba pero me ha mirado muy enfadado y ni siquiera ha respondido mi "hola". He pensado que me había equivocado y que no entendería, pero más tarde me lo he vuelto a encontrar. Ya era de noche y seguía con su cara de enfado, pero tampoco se marchaba. Me he puesto tras un árbol y me he sacado la polla. Miraba, hacía como que se marchaba y volvía a mirar de nuevo. Tras varios titubeos se ha acercado y muy despacio me ha cogido la polla. Tenía una mano grande y de piel dura, muy caliente. Ha apretado con fuerza, como si quisiera exprimirla mientras el gesto de su rostro expresaba un dolor infinito, era como si al tiempo que apretaba le estuvieran clavando un puñal en el pecho. Entonces ha soltado mi polla y ha salido corriendo. No lo he vuelto a ver más.