martes, 22 de diciembre de 2009

Latinos

Tengo varios latinos últimamente circunvalándome como satélites.

Tengo a Willie, que no se si es de Bolivia o Ecuador, 40 años, complexión fuerte aunque cierto amaneramiento en el andar, demasiado sumiso.
Luego está Roberto, 25 años, delgado, piel suave, no tan sumiso como los otros. Lo que me gusta de Roberto es su cuerpo menudo y un carácter mucho más despierto que el resto de los latinos. Por lo menos me pide que se la chupe y al principio me dijo que no se dejaba penetrar, que era solo activo. Pero cuando me puse el condón, lejos de decir que no, se untó el culo con saliva. Su cuerpo es suave y caliente. A su lado me siento corpulento y eso me excita. Cuando le dí mi número de teléfono comprobé que en su móvil había una tia buena medio desnuda como fondo de escritorio.
Además está Angel, 28 años, bajito y fuertecito, el típico machito de bolsillo. Enfermero, Impecablemente vestido y peinado. Camisa Tommy de rayas y jersey Polo azul oscuro, de pico. El típico cofrade lustroso, limpio y bien alimentado. Vive en un pueblo cercano. Le conocí en un cuarto oscuro. Nos cruzamos la mirada varias veces y yo intenté que me siguiera fuera sin éxito. Creo que la conversación no es su fuerte así que utilicé el lenguaje del maricón de cuarto oscuro:
Mirada
Mirada
Mirada
Mirada
Me voy a la puerta de una cabina.
Mirada
Mirada
Me meto dentro de de la cabina y dejo la puerta abierta.
Mirada
Mirada y entra.
Tras mucho calentarnos, al final conseguí que se quitara la camisa y que hablara un poco. Me sorprendió (por lo inesperado en alguien de aspecto tan clásico) y me volvió loco que fuera completamente depilado. Después de todo hasta se dejó follar aunque con mucho trabajo, decía que le dolía pero intuyo que es algo que aunque le gusta todavía piensa que se ser demasiado gay, o quizás es de lo que piensa que no hay que darlo todo en la primera cita… Dos días después le mandé un mensaje y me contestó, aunque algo me dice que más por cortesía que por deseo. Intuyo que va a ser difícil que volvamos a vernos. Y no porque no le guste sino porque está tan dentro del armario que la posibilidad de una cita real, con un hombre, en su casa es algo tan gay que por el momento no entra en sus planes.

Este fin de semana me fui a la parroquia para cortar con Santiago. En realidad ya lo habíamos hablado por teléfono pero de alguna forma yo necesitaba que lo habláramos. Bueno, esto era la teoría porque la práctica lo que necesitaba era volver a estar desnudo en sus poderosos brazos. Me fui el sábado por la tarde y cenamos en la parroquia junto con su compañero, un tímido brasileño de padres polacos que casi no habla español.
Para demostrarle que no quiero saber nada de él le hice la mamada de su vida. Que polvazo.


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