domingo, 5 de junio de 2011

Cruising

Esta tarde me he reservado la tarde para sexo. A veces hago cosas así. Se que no me sienta bien, que tendría que aflojar el ritmo porque esto no me lleva a ningún sitio. Que es sólo rellenar el tiempo y que en algún momento tendré que rendir cuentas. Sé que tengo sexo suficiente de forma espontánea como para encima programar días enteros dedicados al tema, como si fuera algo en extinción.

El cruising es mi forma favorita de ligar. Desde el primer segundo está claro a lo que vamos. También ocurre en internet, pero aquí hay contacto real, puedes ver a la gente cara a cara y decidir. A diferencia del cuarto oscuro todo ocurre a la luz y al aire libre. Hay algo liberador en esta práctica.

Por desgracia no había mucha gente. Al ser viernes los casados se retiran antes para organizar sus fines de semana. Lo ideal son las tardes de lunes a jueves. En especial el mediodía pues hay multitud de "armarizados" que tienen en ese ratito de la comida la coartada perfecta para desaparecer sin dar explicaciones profundas. Desde el albañil más sucio al ejecutivo relamido pasan por allí a la hora de la comida... excepto los viernes.
Aún así encontré un coche familiar en unos arbustos. Hay coches que son atrayentes y otros que no. A lo largo de los años he desarrollado un verdadero instinto para saber qué coche seguir. Por ejemplo nunca sigo un modelo de gama baja porque siempre llevan un adolescente con música fuerte y gafas de espejo dentro. A no ser que el coche sea muy viejo, entonces es probable que sea un obrero que tiene este como segundo coche para ir a estos sitios. En la parte más alta de la pirámide están los camiones, son una apuesta segura. A continuación están las furgonetas, las grandes suelen ser conducidas por gente más joven. Las medianas o las pequeñas tipo C15 son mis favoritas. Casi siempre llevan un agricultor o ganadero. Pero los que mejor resultado dan son los coches tipo ranchera con una pegatina de bebé a bordo detrás. Estos papás de 40/45 años son garantía abosluta de sexo de calidad.

El dueño del coche localizado era mecánico. Camisa azul con el nombre del taller, pantalón amarillo con reflectores, botas de seguridad y calzoncillos baratos de mercadillo. Estaría cerca de los cincuenta pero conservaba todo su pelo, medio canoso y con necesidad de un buen corte desde hace un mes. Atractivo, ojos pequeños y chispeantes y una piel muy morena castigada por el sol que me hacía imaginar que antes ha trabajado al aire libre. Me acerqué y me miró sin demasiado entusiasmo, pero tampoco me rechazó así que insistí un poco. Me saqué la polla y creo que le hizo cambiar de opinión. Salió del coche y empezamos a magrearnos, tenía una buena polla y empecé a maldecirme por no haber traído lubricante. Aquello iba a doler. Pero mientras yo hacía mis cábalas el mecánico se agachó y empezó a chupármela. La chupaba deliciosamente bien. Con gusto. Lo estaba disfrutando. Su cara expresaba tanto placer que se convertía con un rictus de dolor, es la segunda vez que veo esto.

Se levantó y se dió la vuelta para que se la restregara por el culo mientras se apoyaba contra la ventanilla. Quería que me lo follara pero ni rastro de "ponte un condón" ni nada parecido. Estos casados son todos iguales. Follan todos sin condón. Un pasivo que folle habitualmente sin condón es seropositivo seguro. Me pregunto que pasa cuando estos padres de familia descubren que son seropositivos. Cómo coño lo afrontan. ¿Se lo dirán a sus mujeres? ¿Que artimañas emprenderán para ocultarlo? Quizás separse alegando cualquier motivo... en fin. Es su problema. Yo eché mano a mi bolsillo trasero y me puse mi funda de tranqulidad. Me lo follé salvajemente apoyado contra el coche, con los pantalones en los tobillos, rodeados de pinos.

Continué mi visita al parque temático de obreros gays, pero no había mucho más. Estuve dando vueltas y vueltas hasta la desesperación. Siempre creo que en el otro lado habrá alguien. Pero llego y todo sigue igual que tres minutos antes. Los tres abuelitos contándose historias y riéndose.

Harto tras varias horas de gastar gasolina he decidido marcharme y justo entonces he visto un elegante BMW familiar. Eso no falla nunca, y esta vez no ha sido la excepción. Dentro había un hombre joven, rellenito , muy moreno y de piel suave, pelo negro abundante y peinado todo hacia atrás con a generosas dosis de gomina. Elegante camisa de rayas que le hacía parecer un cuarentón aunque al quitársela se quitó también más de diez años de encima. Tenía un cuerpo proporcionado a pesar de su gordura, es decir, estaba rotundo por todos sitios. En realidad apenas tenía barriga, lo que pasa es que era enorme. al sentarse juntaba las manos como un niño bueno que espera a que llegue su madre en un banco del parque. toda esa bondad desapareció al meternos en faena. Tenía una vena cañera que no le pegaba nada pero que tampoco vino mal. Chupaba los pezones y jugaba con ellos a sabiendas del poder que eso le daba. Tenía cara de representante de medicinas. Como la cosa estaba funcionando bien le propuse venir a casa y para mi sorpresa aceptó. Un rato después estábamos los dos desnudos en mi salón vestidos únicamente con nuestros respectivos pares de calcetines negros. Todo él exhudaba masculinidad. Su polla parecía pequeña aunque cuando intentó entrar en mi culo me di cuenta que no lo era. Es lo que pasa con los tíos tan grandes, que por comparación 20 cm en un cuerpo de dos metros no parece tanto. Pero en mi culo siguen siendo 20 cm igualmente dolorosos. Se trataba sin embargo de una de esas pollas de piel dura, como acartonada y seca que no da ningún gusto de chupar. Además no olía bien. No olía a sudor pero tampoco como el resto del cuerpo que era estimulante y masculino. Intentó por todos los medios follarme sin condón. Filosofía de cateto que cree que siendo activo no lo puedes pillar. Por supuesto no le dejé ni que la restregara. A saber donde habría estado ese trozo de carne...

Hace unos años nadie follaba sin condón. El sida estaba muy presente en todos los ámbitos. Lo del "póntelo, ponselo" podría ser simplón pero todo el mundo lo conocía. Cumplió su papel. Ahora el sida parece haberse convertido en un vecino molesto al que la gente se ha acostumbrado. Pero una cosa es que te acostumbres y otra que duermas con la puerta abierta sabiendo que tu vecino es un asesino.

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